Agua, gastronomía y belleza

Una ruta por el verano de Extremadura


Turismo Acuático

Extremadura es agua

Nadar rodeado de la calma más sorprendente, relajarse en un balneario o realizar un crucero a lo largo del Tajo: Extremadura es el lugar perfecto para sumergirse en el turismo relacionado con el agua.

Extremadura también es costa. Puede que esta afirmación sorprenda, pero es cierta: cuenta con nada menos que 1.500 kilómetros de la variante interior, algo único en Europa occidental. Además, nadar es un lujo al alcance de todos. Solo hay que elegir el destino, ¿una garganta, una playa fluvial o una piscina natural? Las posibilidades están bastante repartidas, por lo que siempre aparecerá una sea cual sea la visita.

 

Muchas se encuentran en el norte de Cáceres, en lugares como el Valle del Jerte, La Vera, Sierra de Gata, Plasencia, Campo Arañuelo, Las Hurdes o el geoparque de Villuercas Ibores Jara. Al sur, en Badajoz, se puede disfrutar de zonas de baño en La Serena, La Siberia, Mérida, Medellín, La Codosera o Cheles, donde luce el Lago de Alqueva como joya de la corona. 

En este territorio hay incluso una escuela de vela: se encuentra en Orellana la Vieja, cuya playa ha conseguido en 2018, por noveno año consecutivo, la bandera azul por la limpieza y calidad de su agua, además de su accesibilidad y sus servicios turísticos. Como curiosidad, fue la primera bandera azul a una playa de agua dulce. Suma este año otras dos distinciones: las banderas azules de puerto deportivo y de sendero. 

Son un total de 52 zonas de baño, pero las actividades que se pueden disfrutar van más allá de darse un chapuzón. Se puede, por ejemplo, conocer el territorio a bordo de barcos turísticos, que atraviesan aguas como las del Parque Natural Tajo Internacional, en el que se pueden observar los buitres y las águilas que sobrevuelan la zona. 

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Si lo que apetece es tomarse unos días de relax, es imprescindible pasar unas horas en uno de los seis balnearios repartidos por la región: Baños de Montemayor (Cáceres) y Alange, a 20 kilómetros de Mérida, conservan rincones donde se mantienen vestigios de las termas romanas. El último, de hecho, forma parte del conjunto arqueológico de la ciudad que la Unesco declaró Patrimonio Mundial en 1993.

 

Los deportistas también tienen su hueco en aguas extremeñas. Los planes son variados: vela, kitesurf, windsurf, piragüismo o buceo son grandes opciones, pero una de las más populares es el barranquismo. Los amantes de lo extremo encontrarán su lugar ideal en el valle del Jerte, en el que se pueden disfrutar enclaves como el barranco Nogales, en el que discurrir entre cascadas, o la garganta de los Papúos, donde los desniveles del terreno crean toboganes naturales perfectos para descargar adrenalina. 

 

Norte de Extremadura

Una tierra de

zonas de baño

El norte de Extremadura concentra gran parte de las piscinas y enclaves naturales perfectos para nadar o disfrutar en familia

Las Hurdes, el valle del Ambroz, la Sierra de Gata… las posibilidades para darse un chapuzón en el norte de Extremadura son diversas. Visitarlas es sumergirse, además, en paisajes de espectacular belleza.

Refrescarse en el norte de Extremadura es una gran idea en periodo estival. La parte norte de la comunidad está marcada por el agua y las localizaciones en las que relajarse son numerosas. El primer punto es uno de los tantos que se esconden en la Sierra de Gata, zona salpicada de ríos y arroyos que dibujan un paraje sin igual: Valverde del Fresno. Comparte características con otros, como el municipio de Acebo, al que el agua abraza en un sinfín de estampas dignas de recordar en las tres piscinas naturales con las que cuenta. Destaca la que se forma junto al río Jevero, con fama de ser una de las más bonitas del territorio.

Para viajar a las raíces del territorio, nada mejor que visitar la localización que le da nombre. Gata puede presumir de unas vistas magníficas desde puntos como el arroyo de San Blas, uno de los más visitados del territorio. 

 

Siguiendo por el este se alcanza otra parada imprescindible: el área de Las Hurdes. En verano, esta localización se alza como favorita de muchos turistas que visitan Extremadura. Hay quien llega por primera vez y quien es habitual, pero es lo de menos: todos los visitantes destacan la belleza del espacio que guardan los cinco ríos de valles homónimos: Ladrillar, Esparabán, Hurdano, Malvellido y Los Ángeles. Su magia no se queda en el recorrido fluvial; se extiende además en una docena de piscinas y pozas cargadas de gargantas, cascadas y aguas transparentes. El meandro de Melero, famoso por sus vistas, es parada obligatoria en el camino hacia el sur. 

 

Es en ese sur donde se encuentra otro de los parajes imprescindibles: el valle del Ambroz. Una de las mejores opciones si lo que se busca es desconectar en una refrescante zona de sombra, que se puede encontrar en el municipio de Abadía y que hará las delicias de pequeños y mayores. Una vez allí, la garganta de Honduras es la localización más cercana para disfrutar de una ruta redonda. Allí, en el municipio de Gargantilla, se encuentra otra piscina en pleno corazón del valle. 

 

La larga lista se completa con la playa fluvial de Plasencia, conocida como La Isla, que demuestra que no hace falta acercarse al litoral para disfrutar de las mejores orillas. 

Cascada de Caozo, en el Valle del Jerte

Orellana

Playa de Orellana

Es posible que una playa acumule tres banderas azules, sea ejemplo de conservación y se encuentre en el interior de la Península. Así es Orellana, todo un orgullo en mitad de Extremadura

Hace ya nueve años, y por primera vez en España, una playa de interior recibió la distinción de bandera azul. Fue la Playa de Orellana, también conocida como Playa Costa Dulce, uno de los puntos clave en el turismo extremeño.

Desde entonces y hasta ahora, las claves de su éxito siguen intactas. Su accesibilidad, la calidad de sus aguas y la información ambiental a la que sus visitantes pueden acceder han servido para que, en 2018, mantenga la primera. Además, este año ha recibido otras dos: la de puerto deportivo y la de sendero, lo que hace que Extremadura conserve -e incluso mejore- su posición como líder en oferta de turismo fluvial.

El embalse de Orellana, situado en la parte oriental de la provincia de Badajoz, se encarga de regular el caudal del río Guadiana. Es el enclave ideal para practicar deportes y actividades acuáticas de lo más variado, desde windsurf hasta piragüismo, pasando por pesca o vela.

Moverse es una de las opciones, pero su playa también es perfecta para descansar. Para ello, cuenta con una infraestructura turística con merenderos y chiringuitos integrados en el paraje, complemento ideal de los paseos disponibles.

Porque si algo destaca de la playa de Orellana, además de sus aguas cristalinas, es su localización, un enclave entre las comarcas pacenses de La Serena y Vegas Altas del Guadiana, flanqueado por las sierras de Pela y del Castillo. Eucaliptos, cascadas, dehesas y pastizales acompañan los pasos de todo aquel que quiera adentrarse en sus caminos, en los que también se puede levantar la vista para disfrutar del avistamiento de distintas especies de ave. Como colofón, nada mejor que un buen baño en la playa extremeña más popular.

Astroturismo

Astroturismo

Un mapa de estrellas dibujado en el cielo. Extremadura no es solo turismo diurno: al caer la noche, el firmamento se convierte en un espectáculo inolvidable

A medida que disminuye la contaminación lumínica, la inmensidad aparece ante nuestros ojos. Los turistas de ciudad no suelen estar acostumbrados a un espectáculo similar, y por ello observar las estrellas en gran parte de Extremadura es una actividad imprescindible. 

 

El astroturismo es tendencia. Influye en ello el buen clima extremeño, con cantidad de días sin nubes durante todo el año, las localizaciones perfectas para elevar la vista y el esfuerzo que han puesto en este tipo de visitas tanto instituciones públicas como alojamientos y empresas de distintas zonas dentro del territorio. 

 

La fama de Extremadura como paraje de estrellas está cada vez más asentada. De hecho, incluso cuenta con una guía, Extremadura, paisaje de estrellas, en la que se puede consultar la lista de lugares aptos para la observación del firmamento. Editada por la dirección general de turismo, propone diez zonas de observación perfectas: La Sierra de Gata; la Reserva de la Biosfera del Tajo Internacional y Sierra de San Pedro; las Tierras de Granadilla; Castro Capote, en Higuera la Real; la Reserva de la Biosfera de Monfragüe; los castillos y dehesas dentro de la Sierra Suroeste de Badajoz; el Geoparque Villuercas Ibores Jara; el Parque Temático Natural Alqueva; el Valle del Jerte y el Valle de Ambroz. Además, se incluye información sobre accesos, coordenadas, posiciones de elementos en el firmamento y recomendaciones turísticas cercanas. 

Certificación Starlight

En todo el mundo existen zonas privilegiadas para la observación de estrellas, y Extremadura cuenta con dos certificados Starlight que garantizan las condiciones óptimas. Se trata de las zonas de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe y del embalse de Alqueva. En ellas se dan factores que los hacen perfectos para contemplar el cielo estrellado; al estar protegidos de la contaminación lumínica, son ideales para disfrutar de actividades turísticas especializadas en su entorno. 

 

La observación de estrellas no viene sola: está acompañada de cada vez más alojamientos, empresas de actividades y profesionales del turismo específico que ofertan servicios relacionados con la observación de estrellas. Rutas guiadas, cenas temáticas, campamentos infantiles, telescopios… todo lo necesario para descubrir el universo sobre nosotros. 

Aves

Paraíso natural

¿Has visto alguna vez el vuelo majestuoso de un águila imperial ibérica? Además del color, ¿sabes en qué se diferencian una cigüeña negra y una blanca? ¿Has oído el trompeteo ensordecedor de cientos de grullas en una dehesa?

¿Has visto alguna vez el vuelo majestuoso de un águila imperial ibérica? Además del color, ¿sabes en qué se diferencian una cigüeña negra y una blanca? ¿Has oído el trompeteo ensordecedor de cientos de grullas en una dehesa? En Extremadura puedes vivir estas y otras muchas experiencias relacionadas con las aves, pues se trata de uno de los paraísos mundiales del turismo ornitológico. 

 

El 74% de su territorio está incluido en el inventario de Áreas Importantes para las Aves de España, situación excepcional en nuestro país y en Europa. De hecho, Extremadura, donde se concentra el 35% de las especies de aves europeas protegidas, es un lugar clave para la conservación de algunos de los animales más amenazados del continente, como el águila imperial ibérica, la cigüeña negra, el buitre negro, el alimoche, el cernícalo primilla y la avutarda.

 

Si hablamos de destinos concretos, el Parque Nacional de Monfragüe es, sin duda, una de las mecas para el avistamiento de aves, donde acuden miles de aficionados procedentes de España y de todo el mundo, pertrechados con sus prismáticos, telescopios y cámaras. Pero cualquier lugar en Extremadura puede ser bueno para practicar el birding, como demuestra el hecho de haber varias Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) en entornos urbanos, como Cáceres, Trujillo, Plasencia, Almendralejo o el azud de Badajoz, lo que ofrece al viajero experiencias diversas durante todo el año. 

 

Extremadura se ha especializado en recibir y dar servicio a un tipo de turista que quiere ver aves y disfrutar de una naturaleza única, sin descuidar en su visita aspectos como la cultura o la gastronomía. Por toda la región existen guías profesionales, empresas de turismo, alojamientos, oficinas de información turística y centros de interpretación agrupados en el club Birding in Extremadura, que te ayudarán a disfrutar de este paraíso natural.

Balnearios

Bienestar en Patrimonio de la Humanidad

Balnearios como Montemayor y Alange aúnan edificaciones de la época romana con infraestructuras destinadas a proporcionar un descanso óptimo.

Historia y relax

 

Las visitas a balnearios se han convertido en el complemento perfecto de las mejores vacaciones, y Extremadura cuenta con puntos imprescindibles dentro de los circuitos termales.

 

Si el destino es Cáceres, la parada se encuentra dentro de la Vía de la Plata. En la localidad cacereña de Montemayor se encuentra el balneario que da nombre a la zona. Guarda infinidad de momentos de relax, por supuesto, pero también una historia que se remonta a la época romana -sus aguas se han utilizado desde el Siglo II- y que merece la pena descubrir. 

 

Desde entonces y hasta ahora, las características mineromedicinales de sus aguas llaman a miles de visitantes, que disfrutan de numerosos tratamientos de belleza programados en sus instalaciones.

 

Si se habla  de un equivalente en Badajoz, probablemente sea Alange. También histórico, sus primeras construcciones datan del Siglo III y se dedicaron en su día a la diosa Juno. Es sumergirse en aguas termales, pero también entrar de lleno en un conjunto monumental declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

 

La historia de este balneario es digna de descubrir; su nombre, Alange, deriva de su contacto con pueblos árabes, que remodelaron parte del espacio. Hoy en día, esos episodios históricos combinan a la perfección con las modernas infraestructuras de una de las estaciones termales más destacadas de España. Terapias tradicionales, wellness, hidroterapia… todo para que los amantes del turismo termal -y de la historia- desconecten durante unos días en el mejor escenario. 

Gastronomía

Todo al rojo

La cocina extremeña combina ingredientes de la tierra en recetas romanas, musulmanas, cristianas, pastoriles o portuguesas. Muchos -jamón vino, cerezas- tienen algo en común: el cálido color que pinta sus platos.

Años de tradición en el paladar

 

Un recorrido nunca está completo sin un buen bocado que ponga la guinda a las mejores vacaciones. Extremadura está cargada de sabores históricos y herencias. Desde grandes monasterios -su forma de cocinar la perdiz, el bacalao o los dulces es inigualable- hasta el paso del gran imperio Romano, que además del Teatro de Mérida dejó delicias en forma de jamón o salazones. 

 

La lista es interminable: almendras, cordero, pisto, tomate, migas o distintos postres típicos de la tierra se aúnan en recetas aptas para los más foodies. Todo sabe mejor aderezado con pimentón de la Vera, uno de los mejores del mundo. 

 

Y es que la medalla a la mejor gastronomía no se queda en un título. Extremadura guarda varios: Cáreres Capital Española de la Gastronomía 2015 o Mérida Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica 2016 son dos de los múltiples emblemas que luce el territorio, reconocido de forma internacional en The Guardian o The New York Times. Un paladar satisfecho no entiende de fronteras. 

 

Si hay que buscar un secreto, quizá se encuentre en las materias primas. En Extremadura gozan de una despensa cargada de Jamón ibérico de bellota, embutidos, ternera, cerezas del Jerte, arroz, aceite de oliva virgen extra, aceitunas, miel de Las Hurdes, castañas… una despensa que se traslada a las mejores rutas, repartidas por toda la región, que nos lleva desde las sierras del suroeste de Badajoz o las regiones de Montáchez y Tamuja, en Cáreces -a la hora de buscar el mejor jamón- hasta la cereza que, en pleno valle del Jerte, alcanza un color y sabor inigualables. 

 

Una ruta cargada de sabor

En Extremadura, el queso no solo se saborea: también se vive. La Ruta del Queso de la región es una de las iniciativas gastronómicas más modernas, y permite viajar desde el origen hasta el destino del queso, que normalmente se encuentra en el paladar. 

 

Cincuenta empresas, desde explotaciones ganaderas hasta queserías o restaurantes, se han unido a la Junta de Extremadura, las diputaciones de Cáceres y Badajoz y diversas denominaciones de origen, como Torta del Casar (Cáceres), Queso de la Serena (Badajoz) y Queso Ibores (Cáceres) para ofrecer una experiencia inmersiva. 

 

La variedad más exquisita

La torta del Casar es una de las joyas de la corona gastronómica extremeña. De corteza fina y semidura y textura cremosa, perfecta para untar, se elabora en base a leche cruda de oveja, sal y cardo silvestre. Comparte el cuajo con el queso de La Serena, que utiliza leche de ovejas merinas. Tan cremoso que roza el estado líquido, es conocido por su punto de amargor final. 

 

Otra de las estrellas es, sin lugar a duda, el queso de Ibores. La leche de tres razas de oveja, alimentadas a base de bellotas y pasto de dehesa, da un sabor característico del que muchos acaban prendados. 

 

Son las tres variedades más conocidas, pero no las únicas. La Vera y La Siberia, la “quesaílla” de Alburquerque y Olivenza, los productos del área cercana a Portugal, con representación en Acehúche… son muchos, casi innumerables, los territorios queseros que merece la pena visitar. Una ruta que asegura la felicidad absoluta de todos los queseros. 

Realizado por Bluemedia Studio para Turismo de Extremadura